Recuento de los grandes resultados del censo agropecuario, de lo que significan acerca del estado –y de los cambios- en los usos del suelo, la tenencia de la tierra, la tecnología y el nivel de vida de la población rural. Información crucial para el posconflicto.
Absalón Machado C.*
Los resultados
El tercer Censo Nacional Agropecuario (CNA) es resultado de una decisión inaplazable donde se impusieron la razón, el buen juicio y la administración eficiente de los recursos.
Pero comienzo por examinar los hechos. Aún falta mucha información sobre el censo que llevó a cabo el DANE y cuyos resultados preliminares dio a conocer este 11 de agosto. Y sin embargo estos primeros datos permiten aproximarse al estado de
- Los usos del suelo
- La tenencia de la tierra,
- El acceso a bienes y servicios básicos para la producción agropecuaria, y
- Las condiciones de vida de los habitantes rurales de las áreas dispersas de Colombia.
Usos del suelo
Los datos más destacables son:
- El 40,6 por ciento del territorio tiene uso agropecuario, del cual el 19,1 por ciento está en agricultura y el 80,5 por ciento en pastos.
- En cultivos hay 7.185.905 hectáreas, una cifra superior a los 5,5 millones que tenía registrado el Ministerio de Agricultura. Muy probablemente esto no significa un aumento del área cultivada sino un serio sub-registro en las estadísticas oficiales, resultado de su metodología de consenso para determinar las cifras.
- Se confirma la gran extensión de la ganadería, faltando por conocer sus características en cuanto a la intensidad de uso del suelo.
- En cultivos llama la atención el auge de los permanentes y la caída en los transitorios. Los primeros cubren el 74,8 por ciento del área cultivada y los segundos solo el 16,0 por ciento, mientras que el 9,2 por ciento son cultivos asociados.
- La crisis agrícola y los procesos de apertura al comercio internacional han afectado especialmente a los pequeños y medianos productores, quienes no tienen la opción s de trasladarse a cultivos permanentes donde están las mayores ventajas competitivas.
Cabezas de ganado en la región de la Orinoquía. Foto: CIAT |
Tenencia de la tierra
El CNA confirma la gran fragmentación de la pequeña propiedad y la consolidación de las grandes “unidades productivas agropecuarias” (UPAS). El 96 por ciento de las UPAS tiene menos de 5 hectáreas y ocupa solo el 59,1 del área total, mientras que las mayores de 500 hectáreas son el 0,4 por ciento de las UPAS y ocupan el 41,1 del área.
Falta por conocer la conversión de estos datos en unidades prediales (un predio puede tener varias UPAS de distintos tamaños) y una desagregación mejor de las escalas de tamaño, así como la calidad de las tierras, su disponibilidad de agua y su ubicación respecto de los mercados, para tener una idea más próxima sobre la estructura de la tenencia de la tierra y su grado de concentración.
La gran fragmentación de la pequeña propiedad y la consolidación de las grandes “unidades productivas agropecuarias”
Un ejercicio muy elemental con los datos publicados muestra como la estructura de tenencia es multimodal, pues si las UPAS pequeñas se establecen entre 0 y 50 hectáreas, las medianas entre 50 y 500 y las grandes en mayores de 500, resultaría que las UPAS pequeñas ocupan el 24,7 por ciento del área, las medianas el 34,2 por ciento y las grandes el 41,1 por ciento (esta aproximación tendría que refinarse, utilizando la medida de la UAF). Aquí vale notar cómo:
- Las grandes UPAS ocupan el mayor porcentaje del área pero no lo bastante como para concluir que estemos ante un binomio latifundio-minifundio como el observado en el censo de 1960.
- La mediana propiedad es importante pero está tan concentrada como la grande, puesto que cubre solo el 5,3 por ciento de los propietarios.
- Entre la mediana y la grande ocuparían las 3/4 partes del área dispersa.
- Casi las ¾ partes de las UPAS están en manos de propietarios y solo el 9,8 por ciento en arriendo. Es claro el descenso de la aparcería y el aumento del arriendo, lo cual es típico del desarrollo capitalista en el campo.
- Por lo demás, estos datos no son muy diferentes de los que muestra el Atlas de la Propiedad Rural del Instituto Geográfico Agustín Codazzi (IGAC) para el año 2012, referidos a predios y no a UPAS..
Tecnología y desarrollo
Solo el 16,7 por ciento de los productores informaron tener maquinaria y el 16,9 por ciento infraestructura productiva.
Estas cifras son alarmantes pero no sorprendentes porque confirman el abandono del campo y la falta de políticas que estimulen el desarrollo tecnológico y el uso de maquinaria, además de los riesgos para la inversión que implica la violencia.
En esas condiciones, y con el hecho de que apenas el 9,6 por ciento de las UPAS recibió asistencia técnica y el 89 por ciento no solicito crédito, se confirma el gran atraso tecnológico de la mayoría del sector.
De ese atraso se exceptúan buena parte de los grandes cultivos empresariales que han contado con recursos a través de los Fondos Parafiscales, y que han sabido canalizarlos hacia la asistencia técnica y el desarrollo tecnológico, aunque no ha en todos los casos.
En este punto existe un reto monumental de política, pues habría que destinar suficientes recursos para modernizar el aparato productivo y ponerlo en condiciones de competir en los mercados internacionales. Tenemos un retraso enorme y las políticas adoptadas, especialmente desde los años ochenta, se olvidaron de ese asunto.
Un buen ejemplo se encuentra en la infraestructura de riego: tan solo el 0,1 por ciento de las UPAS tiene acceso al agua proveniente de distritos de riego. Si bien en un 95 por ciento de las UPAS la agricultura dispone de agua, la actividad está sujeta a las variaciones del clima, como en el siglo pasado, sin posibilidad de controlar el acceso a ese recurso básico.
Pobreza rural
Secadero de tabaco en San Gil, Santander. Foto: Carlos Espejo |
El 93,7 por ciento de los trabajadores pertenecen a los hogares en las UPAS con menos de 50 hectáreas. Esta cifra confirma la gran importancia de la agricultura familiar, y el hecho de que el 66,6 por ciento de ellos esté en UPAS menores de cinco hectáreas, confirma que la pobreza de las familias rurales sigue siendo muy grande.
En efecto, la pobreza multidimensional es del 44,7 por ciento en el área dispersa rural, más del doble de la existente en las áreas urbanas. Este dato confirma que se han seguido ampliando las brechas de ingreso y condiciones de vida entre lo rural y lo urbano.
La situación de la agricultura familiar se agrava enormemente con el envejecimiento de la población rural que muestra el CNA, la migración de los jóvenes y el aumento de la jefatura de hogar por parte de mujeres en condiciones de gran precariedad. Si bien han mejorado aspectos importantes de las viviendas rurales y la cobertura de educación y salud, todavía el 20 por ciento de la población entre 5 y 16 años no asiste a ningún centro educativo.
Ya era hora
Hay que felicitar al DANE y a sus directivos por asumir el compromiso de ofrecernos una información que reclamaban todos los sectores, y que tiene por lo menos 35 años de atraso (el último censo debió ser realizado en 1980).
El CNA es un instrumento fundamental para la política. Y sus resultados aparecen en un momento crucial para que el Estado revise con rigor las estrategias dirigidas al sector rural y a su crisis realmente “estructural”.
Esa crisis no es una novedad. Había sido señalada de manera insistente por estudios de vieja data, y más recientemente por los de la Misión Rural y el Informe de Desarrollo Humano del PNUD 2013, así como por los diagnósticos que sirvieron como base para el Acuerdo Agrario de la Habana.
Solo el 16,7 por ciento de los productores informaron tener maquinaria y el 16,9 por ciento infraestructura productiva.
El informe preliminar presentado por el DANE muestra los indicadores de una situación crítica que viene así a confirmar, con datos más precisos, lo que se venía diciendo, y ante lo cual los distintos gobiernos y dirigentes públicos y privados habían puesto oídos sordos. Los datos quizás sorprendan a quienes no les importa la suerte del sector rural y la han aprovechado para hacer demagogia desde el gobierno, desde la política o desde el sector privado, mediante promesas y programas improvisados y cortoplacistas.
Hoy sin embargo existe una gran expectativa por un posible posconflicto, que sería una oportunidad excepcional para que el Estado y la sociedad por fin decidan pagar la deuda con el sector rural mediante políticas y programas de largo plazo que eliminen las condiciones causantes de la pobreza, la exclusión, la concentración de recursos y de ingresos, la destrucción del medio ambiente y la violencia que cada día amplían más las brecha entre lo urbano y lo rural.
¿Será que el censo ayudará a que por fin se reconozca y se valore el papel estratégico del sector rural en el desarrollo de Colombia y en la consolidación de la paz? ¡Soñar no cuesta nada!
* Consultor, especialista en desarrollo rural.
FUENTE: http://www.razonpublica.com/index.php/politica-y-gobierno-temas-27/8759-el-censo-agropecuario-%C2%BFsorpresas-o-confirmaciones.html?utm_source=MadMimi&utm_medium=email&utm_content=Congresito%20o%20comisi%C3%B3n%20legislativa%3A%20%C2%BFla%20improvisaci%C3%B3n%20para%20la%20paz%3F&utm_campaign=20150824_m127070667_Congresito%20o%20comisi%C3%B3n%20legislativa%3A%20%C2%BFla%20improvisaci%C3%B3n%20para%20la%20paz%3F&utm_term=Absal_C3_B3n%20Machado
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