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La invención del Tercer Mundo: Construcción y deconstrucción del desarrollo. Arturo Escobar


La invención  del Tercer Mundo: Construcción y deconstrucción  del desarrollo. 
AUTOR: Arturo Escobar

“Confrontar el desarrollo” –no aceptarlo de rutina como la panacea del punto IV propuesto por el presidente Harry Truman en 1949– es una necesidad vital para nosotros los del mundo dependiente. Vital, porque en ello se juegan la autonomía, la personalidad y la cultura, las bases productivas y la visión del mundo que nos han dado el hálito de vida como seres humanos y pueblos dignos de respeto y de un mejor futuro. Por ello, porque el nuevo libro de Arturo Escobar avanza sobre tan estratégico frente sociopolítico, este debe convertirse en lectura obligada de gobernantes y gobernados.


No se trata de cualquier autor. Escobar, compatriota colombiano, es uno de los primeros estudiosos del mundo que hace años tuvieron la curiosidad de preguntarse por el sentido real del concepto de “desarrollo”. Junto con Sachs e Illich aprovechó los marcos filosóficos de Foucault y Habermas para desmenuzar el mito y revelar los prejuicios que permitieron el nacimiento y auge del discurso desarrollista en Estados Unidos y en toda Europa, que luego fue transmitiendo sin más al resto del mundo por las Naciones Unidas durante cuatro “décadas” de fracasos.Queda el lector de este libro impresionado por la persistencia del discurso e ideología del desarrollismo, así se demuestren a diario las nefastas consecuencias de su aplicación en el Tercer Mundo. Quizá tenga los días contados. Porque es evidente, para tirios y troyanos, que los que en verdad se han venido desarrollando, enriqueciendo y acumulando poder, han sido los que en este desigual juego se habían situado desde antes como los más privilegiados en la estructura económica, social y política existente; ni los pobres ni los desposeídos por las injusticias del sistema capitalista se han desarrollado de la misma manera o con igual intensidad como se había postulado. Y ello es ya muy peligroso, hasta para las clases dominantes. 

Porque de la mano del capitalismo desorbitado que importamos al “desarrollarnos”, hoy nuestros países se encuentran al borde del desierto ecológico y del infierno explosivo de la miseria de las mayorías. Además, el servilismo mimético resultante amenaza nuestras raíces históricas y culturales. El libro de Escobar, por fortuna, no se detiene solo en rasgar los velos de la ideología desarrollista. Ofrece destellos de posibilidades alternativas, lo que el lector debe agradecer de manera especial. Lástima que el autor no le encuentre sinónimos adecuados al término, como aquellas interpretaciones de “desarrollo” que provienen de idiomas no muy contaminados, como el swahili africano o el maya guatemalteco, que lo equiparan a la interesante idea de “despertar con acción”. No obstante, Escobar ofrece dos elementos 
nuevos de los que podrían derivarse las alternativas que le preocupan. Son los siguientes:

1. La acción colectiva de los movimientos sociales. He aquí lo que pudiera convertirse en el actor de un gran despertar con lucha popular. Para ello contamos en el Tercer Mundo con la inagotable veta de la diversidad de culturas y pueblos, hasta con la exuberante biodiversidad tropical, que son hechos políticos, sociales y naturales clave para nuestra defensa ante la violenta, rasante y avara explotación capitalista global.Escobar y un buen número de sus colegas habían descubierto esta posibilidad cuando decidieron escribir en 1992 el colectivo The Making Social Movements in Latin America. Indudablemente, una alternativa válida a las políticas usuales de desarrollo, debe provenir de aquella dinámica corriente que reta a los poderes constituidos.

2. El invento de un lenguaje derivado de culturas híbridas. La acción colectiva de los movimientos sociales debe alimentarse, según Escobar, de la mezcla cultural y étnica que ha hecho de nuestros pueblos una caldera de cambios de infinito potencial, e inventar el lenguaje adecuado a este hibridismo. Trasciende por ello a Vasconcelos y se detiene en García Canclini para reinterpretar la modernidad en América Latina y en el Tercer Mundo, como un buen paso para abandonar los esquemas mentales del desarrollismo colonial. Porque este hibridismo “determina la especificidad moderna de América Latina”.

Se trata, en efecto, de reconocer el vigor de nuestro propia civilización mestiza y culta que, sin olvidar sus raíces, puede asimilar el progreso porque así le conviene, como lo hicieron los indígenas al  adoptar el hierro, la gallina o la oveja de los conquistadores, y como lo hacen hoy los kayapos de la selva húmeda brasileña al desplegar sus propias cámaras de video. Estos grupos y movimientos pueden  manifestar proclividad hacia lo novedoso de manera crítica, transgresiva y a veces con humor. Como lo señala Escobar, la estrategia de tales agrupaciones se inspira en la defensa de la diferencia cultural, no como una fuerza estática sino transformadora, y en la valoración de necesidades y oportunidades económicas en términos que no son estrictamente los de la ganancia y el mercado. De allí puede surgir un discurso alterno entendible en nuestros propios términos, que son los que 
deben contar en última instancia.

¿Cómo se relacionan estos dos elementos estratégicos con el posdesarrollo que viene? El autor recomienda trascender las diferencias con el Primer Mundo a través de la posibilidad de defender  nuestro humanismo dentro del horizonte posmoderno. Es grande ideal para una gran tarea en la que, según me parece, cabe esperar todavía más comprometedoras contribuciones intelectuales y prácticas de los posmodernistas. Como lo sostuve en Inglaterra durante el Congreso Mundial de Investigación de 1994, no es bueno sobrestimar el poder productivo de textos y discursos y dejarlos sin referentes en la realidad concreta. El posmodernismo es una categoría elusiva para nosotros que no nos hemos modernizado suficientemente, y es discutible que nos “modernicemos” ahora a la europea. Claro que esto de acuerdo en criticar el legado de la Ilustración representado en la racionalidad instrumental, y en revisar “meta-relatos” como el marxismo, el liberalismo y el desarrollo económico. Así lo acepta Escobar. Sin embargo, todavía podemos dar mayor juego a otro tipo de racionalidad práctica y colectiva basada en una nueva articulación: la utopía asociada de razón y liberación, como lo sugiere el colega peruano, 

Aníbal Quijano. En vista de que no puede haber ningún fin de la historia, ni tampoco por ahora el de la modernidad, cabe esperar que los posmodernistas, a quienes admira el autor, asuman una mayor responsabilidad social con la gente de carne y hueso. Que las palabras vayan con los hechos; que la teoría se articule en la práctica de manera simultánea y urgente. Tales son condicionantes del cambio que se necesita en la vida contemporánea. Este libro-confrontación de Arturo Escobar es una inspirada 
muestra de la búsqueda de alternativas políticas, sociales y económicas para nosotros los del Sur, con evidentes implicaciones para los del Norte. Creo que ha tenido éxito en tan complicada como esencial tarea. Por ello me complace presentar al público hispanohablante tan útil y oportuno libro.
PROLOGO:
Orlando Fals Borda
OBRA COMPLETA:


La invención  del Tercer Mundo: Construcción y deconstrucción  del desarrollo. 
AUTOR: Arturo Escobar

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