"El gobierno de los hombres es una práctica que no es impuesta por quienes gobiernan a quienes son gobernados, sino una práctica que fija la definición y la posición respectiva de los gobernados y los gobernantes entre sí y con referencia a los otros”
Michel Foucault, Seguridad, territorio, población
Por: Germán Pérez
Un concepto es algo más que una palabra. No resuelve sus virtualidades en el orden concurrente del sentido y la referencia sino que se abre a los avatares enigmáticos del significado. Su densidad depende de la complejidad estructural de la red que integra -a la que usualmente llamaos teoría-, por un lado, y, por el otro, de la remisión a una trama de experiencias históricas y lenguajes naturales que en permanente fricción provocan tanto su alcance comprensivo como la equivocidad que lo constituye.
Un concepto, entonces, es palabra historizada e historia verbalizada; consecuentemente, todo concepto es político. Y es acaso este el tan mentado concepto de lo político: un concepto es un campo de batalla donde entran en disputa las narrativas posibles que restituyen a y en la acción su significado histórico. Y fue el concepto de movimientos sociales lo que reapareció en el centro de los debates que mantuvimos en el área temática sobre enfoques teóricos y metodológicos durante las intensas jornadas del I Congreso Nacional sobre Protesta Social, Acción Colectiva y Movimientos Sociales. Sintomáticamente, en un espacio que habilitaba la discusión técnica sobre métodos y teorías disciplinarmente sancionados, irrumpió la cuestión de los movimientos sociales como un nombre incómodo para la reflexión sobre los nuevos sujetos políticos que vienen expandiendo las fronteras de lo público en la región.
Las matrices clásicas para pensar la acción colectiva, dominadas por las nociones de racionalidad estratégica e identidad, fueron interrogadas sin pausa a la luz de la experiencia política nacional y regional en coincidencia con una de las principales propuestas ofrecidas por Luis Tapia en su Conferencia Inaugural: pensar a los nuevos sujetos políticos surgidos a la luz de la lucha contra el modelo neoliberal como “movimientos societales”. Experiencias colectivas que se reproducen autónomamente más allá del colonialismo y la subordinación al estado nación. Y pensarlos desde lo que podríamos llamar una lógica proliferante para la cual nociones tales como las de complejidad, diversidad, horizontalidad y articulación resultan más reveladoras que la lógica convergente con la que tendemos a pensar a los actores sociales en relación heterónoma con el aparato estatal y la dominación imperial.
En este sentido habló también el compañero boliviano de la “política salvaje” de los movimientos societales como un momento disolvente de las jerarquías sociales capaz de transformar espacios, instituciones y esferas públicas preexistentes (Tomado del texto: Movilizaciones, protestas e identidades políticas en la Argentina del Bicentenario. Buenos Aires: Nueva Trilce, 2010, pp. 439 a 440).
FUENTE: Movilizaciones, protestase identidades políticas en la Argentina del Bicentenario. Buenos Aires: Nueva Trilce, 2010.
NOTA: este articulo (El malestar en el concepto Ejes de un debate teórico acerca de los movimiento- tos sociales en Latinoamérica. Autor: Germán Pérez) fue plagiado y apareció publicado en la revista (VER AQUÍ) Analecta política, vol. 3, No. 4 (enero-junio de 2013), pp. 55-65. con el título (VER AQUÍ) “Un concepto en divergencia. Ejes de un debate teórico acerca de los movimientos sociales en Latinoamérica” firmando como autor: William Ortiz Jiménez
Estudio de caso N° 5: William Ortiz Jiménez, docente y directivo de la Universidad Nacional de Colombia: ¿plagio docente sistemático? Primera entrega.
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