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La transformación de la intimidad. Sexualidad, amor y erotismo en las sociedades modernas: Giddens Anthony

Introducción 

La sexualidad es un tema que puede parecer de poca relevancia pública, ya que en principio aunque sea una cuestión absorbente, es  de índole privada. Es también un factor constante porque es un factor biológico y necesario para la continuación de la vida de la especie. De todas formas, el sexo se proyecta siempre en el domino público y –sobre todo- habla el lenguaje de la revolución. Se dice que en las pasas décadas se ha producido una revolución sexual y se han depositado esperanzas en este terreno de la sexualidad por muchos pensadores, para quienes la sexualidad representa un reino potencial de libertad, no reducido por los límites de la civilización contemporánea.


¿Cómo interpretar estas representaciones? Ésta es la pregunta que me movió a escribir este libro. Me puse a escribir sobre sexo, y me encontré escribiendo también sobre amor y sobre los comportamientos específicos de hombres y mujeres. Las obras sobre el sexo tienden a conceptualizarse en el juego de los papeles masculino y femenino. En algunos de los estudios más notables sobre la sexualidad escritos por hombres no hay ni una sola mención al amor y el tema de los comportamientos específicamente masculinos o femeninos constituye un apéndice. Hoy, por primera vez en la historia, las mujeres exigen igualdad con el hombre. 

En las líneas que siguen no intento analizar en qué medida persisten en los dominios políticos y económicos las desigualdades sexuales. Me referiré –en cambio- a un orden emocional en el que las mujeres –mujeres ordinarias en sus vidas cotidianas, así como grupos feministas muy concienciados- han protagonizado en vanguardia cambios de enorme importancia. Estos  se refieren esencialmente a una exploración de las potencialidades de la llamada  “relación pura”, es decir una relación de igualdad sexual y emocional, que tiene connotaciones explosivas respecto [11] de las formas preexistentes de las relaciones de poder entre los diversos papeles sexuales establecidos.

El surgimiento del amor romántico proporciona un estudio casuístico de la relación pura. Los ideales del amor romántico han influido más, durante mucho tiempo, en las relaciones de las mujeres que en las de los hombres; aunque éstos, desde luego, también hayan sido condicionados por ellos. El ethos del amor romántico tiene un doble impacto sobre la situación de las mujeres. Por un lado, ha contribuido a poner a la mujer “en su sitio”, que es la casa. Por otro lado, en cambio, el amor romántico puede ser visto como un compromiso activo y radical contra el “machismo” de la sociedad moderna. El amor romántico presupone que se puede establecer un lazo emocional duradero con el otro  sobre la base de unas cualidades intrínsecas en este mismo vínculo. Es el precursor de la “pura relación”, aunque esté en tensión con ella también.

La emergencia de lo que yo llamo sexualidad plástica es crucial para la emancipación, implícita tanto en la pura relación como en la reivindicación del placer sexual por parte de las mujeres. La sexualidad plástica es una sexualidad descentrada, liberada de las necesidades de la reproducción. Tiene sus orígenes en la tendencia, iniciada a finales del siglo XVIII, a limitar estrictamente el número familiar; pero se desarrolla posteriormente, como resultado de la difusión de la moderna contracepción y de las nuevas tecnologías reproductivas. La sexualidad plástica puede quedar moldeada como un rasgo de la personalidad y se une intrínsecamente con la identidad. Al mismo tiempo –en principio- libera la sexualidad de la hegemonía fálica, del desmedido predominio de la experiencia masculina.

Las sociedades modernas tienen historia emocional clandestina que está aún por revelar. Se trata de la historia de las aspiraciones sexuales de los hombres, que se han mantenido disociadas de sus personalidades públicas. El control sexual de las mujeres por parte de los hombres es más que un rasgo incidental de la vida social moderna. En la medida en que el control en cuestión se relaja, aparece bien a las claras el carácter compulsivo de la sexualidad masculina. La decadencia de este control menguante genera también una oleada creciente de violencia masculina hacia las mujeres. En este momento, se ha abierto un abismo entre los sexos y no se puede decir con certeza cuándo se tenderá un puente.

No obstante, las posibilidades cada vez más radicalizadas de la transformación de la intimidad son muy reales. Algunos han proclamado que esta intimidad puede ser opresiva y, evidentemente, puede serlo si se la considera como algo muy estricto y cerrado. Aunque si se la concibe como una negociación transaccional de lazos personales [12] por parte de personas iguales, el hecho el hecho aparece a una luz diferente. La intimidad implica una absoluta democratización del dominio interpersonal, en una forma en todo homologable con la democracia en la esfera pública. Hay todavía más implicaciones. La transformación de la intimidad puede tener una influencia subversiva sobre las instituciones modernas consideradas como un todo. La esfera social, en la que la realización emocional sustituye a la meta del crecimiento económico, sería muy diferente de los que hemos conocido hasta el presente. Los cambios que afectan ahora a la sexualidad son revolucionarios, no en la superficie sino en profundidad. [13].

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