pOR: Baltasar Fernández-Ramírez
Universidad de Almería
La idea de espacio público: de lo sociofísico a la antropología política
En la tradición de la ecología social, el espacio público forma parte de las dinámicas urbanas de la territorialización, es el espacio que se presta a ser conquistado, el que no tiene un propietario que ejerza la defensa activa del mismo.
Definido en términos negativos, lo público es lo que no ha sido privatizado, y las connotaciones positivas se reservan para los espacios denominados semipúblicos (o semiprivados, que es lo mismo), aquellos en los que los grupos residenciales, entre otros, pueden imponer su control mediante las estrategias simples de ocupación y presencia, con ciertos apoyos mínimos en forma de personalizaciones y barreras simbólicas (Taylor, 1988), o aquellos que las oleadas de turistas se apropian para su disfrute rápido y algo irrespetuoso en su nuevo rol de territoriantes (Muñoz, 2008), dejando a los residentes extrañados de sus espacios tradicionales –públicos porque eran de todos, (semi)privados porque eran los suyos– (Fernández-Ramírez, 2010).
El espacio público queda entonces como un no-lugar (Augé, 1993), un espacio meramente físico, sin historia, sin ritos que lo revistan de connotaciones, significados y normas sociales; pero también un límite, un espacio liminal, como el mismo Manuel Delgado reivindica (2004), un territorio virgen que puede ser explorado, recreado y apropiado, inaugurando nuevas formas sociales que sugieren una ciudad verdaderamente viva, la que escapa al diseño y la previsión planificadora y se presta a la innovación y el mantenimiento espontáneo de la vida social (García Vázquez, 2004; Vivas, Pellicer y López, 2008).
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FUENTE:
http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=53723265013
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