La sociología de la cultura, en sus formas más recientes y activas, debe entenderse como una convergencia de intereses y métodos muy diversos. AI igual que otras convergencias, incluye por lo menos tantas colisiones y fricciones como genuinos puntos de entendimiento. Actualmente trabajan en ella tantas personas y en tantos países, que esta área ha entrado en una nueva fase.
Dentro de las categorias tradicionales, la sociologia de la cultura está considerada como un área discutible. En la serie de campos habituales en los que trabaja la sociologia, la sociologia de la cultura está situada, en todo caso, en uno de los últimos: no sólo va después de los severos temas referidos a c1ases, índustria y política, familia o delincuencia, sino que encabeza una especie de cajón de sastre, tras los campos más definidos de la sociologia de la religión, de la educación y deI conocimiento.
Parece, por tanto, subdesarrol1ada, y así es. No por una verdadera carencia de estudios específicos, aunque aquí, como en otras partes, queda mucho por hacer. Sucede más bien que, hasta que no se la reconozca como el ámbito de una convergencia y como la problemática de esta misma convergencia, la reacci6n habitual, incluso aunque sea favorable (y esto es comparativamente raro entre la generaci6n de más edad, ya establecida), es consideraria apenas como algo más que un agrupamiento difuso de estudios especializados, ya sean sobre comunicaci6n (en su forma específica moderna: «los medias de comunicaci6n») o sobre el campo diferenciado de especializaci6n que conocemos como «las artes» .
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