Cada día, a las siete de la mañana, en su apartamento del nú- Vmprn 30 de la Rué Rambuteau de París, Henri Lefebvre se levantaba y preparaba una taza de café. A continuación comenzaba a escribir. Lo hacía durante cuatro o cinco horas seguidas. Hasta el mediodía. Después descansaba, comía, paseaba e impartía sus clases y conferencias. Sus cajones estaban repletos de borradores, esquemas, textos incompletos.
Su obra publicada es inmensa: más de sesenta libros y decenas de artículos y entrevistas. Lefebvre confesaba sin embargo, qué lo- producción había sido dicho antes que escrito. Nunca consiguió, reproducir en el papel el fervor y el temblor, la oscuridad y la opacidad carnal de la vida. Vivir primero luego escribir. Carismatico, orador, sus clases en el anfiteatro B de la universidad Nanterre resultaban un acontecimiento frecuentado por centenares de estudiantes de Sociología, Filosofía y Psicología.
Debe anunciarse que la obra de Lefebvre, y particularmente La producción del espacio, no resulta de fácil lectura. Esta última se inscribe en una reflexión más amplia a la que el autor dedica aquellos que seguramente fueron sus años de mayor lucidez, mayor creatividad y mayor influencia sobre la vida política, social y académica, las décadas de 1960 y 1970.
En este periodo deja la Universidad de Estrasburgo, donde cuenta entre sus alumnos con algunos miembros de la Internacional Situacionista (IS). Por entonces mantenía ya una intensa relación intelectual y de amistad con Guy Debord y Raoul Vaneigem —a quienes el propio Lefebvre había puesto en contacto—, lo cual se vería reflejado en los trabajos de la IS.
Posteriormente esta relación se romperá por desavenencias entre Debord y Lefebvre. En 1965 llega a la Universidad de Nanterre. Allí apoya y anima las movilizaciones estudiantiles que tienen su punto álgido en Mayo del 68. Su crítica de la vida cotidiana sustenta buena parte del argumentario de los estudiantes. Da clases a Daniel Cohn-Ben- dit, uno de los líderes del movimiento de Mayo, y dirige, entre otras muchas, la tesis de Jean Baudrillard. quien se convierte en su asistente y colaborador, junto a René Lourau y Henri Raymond, en el Departamento de Sociología.
La estrecha relación entre profesores, colaboradores y estudiantes ha sido reconocida por ellos mismos como una de las claves del papel fundamental que jugó Nanterre en el denominado Mayo francés.
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